Supongamos que Epi y Noon están en dos habitaciones situadas
en dos plantas contiguas de un edificio,
entre las cuales hay una pequeña ventana de cristal transparente. Noon hace
girar una moneda sobre la ventana y, antes de que se detenga, la cubre con una
caja opaca. Epi, que se encuentra bajo el cristal, también lo cubre con otra
caja opaca.
El primero que retire su caja tendrá un 50% de probabilidades
de observar cara o de observar cruz. Cuando lo haga, y sepa lo que le ha
tocado, ya sabe, al 100% lo que le ha tocado al otro. Son fenómenos
entrelazados.
Ahora Epi y Noon se encuentran en dos naves espaciales,
situadas cada una en un extremo del Sistema Solar. El lanzamiento de la moneda
lo efectúa una máquina situada en la Tierra y en cada habitación se encuentra
una cámara de vídeo. Una vez realizado el experimento, cada cámara envía su
imagen, a través de satélite, a cada nave. Cuando uno de ellos, Epi o Noon,
comprueben lo que le ha correspondido, instantáneamente conocerán la imagen que
verá el otro.
Benno von Archimboldi: “Física para tiranos”
2 comentarios:
Epi, que estos días se ha movido por lugares distantes más de mil kilómetros, ha detectado, no sabe cómo una pequeña vibración en una estructura del ojo que, si uno se esfuerza mucho, puede ayudarle a detectar la polarización de la luz. Confundido ante el suceso y creyendo que, más que un fenómeno óptico, podía tratarse de un entrelazamiento cuántico con un lugar que suele visitar a menudo. ¡Zas! sino físicamente al menos en espíritu llegó a la parroquia de Tirán, -donde una vez se paró el espíritu de Einstein- y allí se encontró con Noon haciendo exitosos experimentos físicos.
Sí verdaderamente su apreciado amigo Noon ha logrado conseguir que una señal sea instantánea (o sea, más veloz que la luz); pero (y eso es el quid de la cuestión para el doktor Einstein) lamento decir que ninguna comunicación puede conseguirse con tal señal porque incluso es posible observar ciertos tipos de movimientos que tienen una velocidad mayor que la luz sin que la teoría de la relatividad sufra menoscabo. Imagínate, querido amigo, sentado en el eje de una gigantesca tijera cuyo eje está en la órbita de la Luna, la empuñadura abierta, situada en las proximidades de la Tierra, tendría el tamaño del diámetro terrestre y las hojas de la tijera llegan al planeta Neptuno. Un Atlas descomunal cierra la tijera en un minuto. El punto de la intersección de las dos hojas se separaría de ti, apreciado amigo, a una velocidad muy superior a la de la luz.
Estimado amigo, puedes comprobar que, después de tan denodado esfuerzo y aunque he superado con creces el límite relativista, no consigo idear un viaje tan rápido como el tuyo: y no me consuela que ningún número por grande que sea pueda llegar al infinito.
Saludos ya que no instantáneos al menos cordiales de
Epi
PD. Para no meter la pata con los siempre engañosos infinitos Epi se ha asesorado con un tal Milton Rothman que en extraña parla anglosajona publicó en una revista innominada Scientific American: “Things that go faster than light” en el mes de julio del año del señor 1960.
Estimado Anónimo:
(Por tu forma de argumentar me recuerdas a uno de los personajes de esta entrada.)
Epi y Noon se encuentran en los confines del Sistema Solar, en dos naves con posiciones opuestas y equidistantes de la Tierra. Y van a realizar las primeras comunicaciones instantáneas entre ambos lugares.
Las dos naves disponen de numerosos aparatos, tanto emisores como receptores, para efectuar diferentes experimentos que requieren de enormes distancias: detección de ondas gravitatorias, medidas de paralaje de gran precisión, etc. En cada experimento una de ellas actuará como emisora y la otra como receptora.
Deben sincronizarse para que las pruebas se efectúen con la máxima precisión. Ni Epi ni Noon saben como van a comportarse (si como emisor o receptor) en los diferentes experimentos.
Van a conseguir esta comunicación empleando el entrelazamiento cuántico. La “máquina lanzadora de monedas”, situada en la Tierra, realiza lanzamientos cada cinco minutos, y las imágenes de cara o cruz captadas por cada una de las cámaras son enviadas a las naves espaciales.
Al llegar una de las imágenes a cualquiera de las naves, su científico sabe lo que debe hacer y, por tanto, también conoce instantáneamente lo que va a hacer el situado en el otro extremo del Sistema Solar. Un segundo antes de la llegada de las imágenes, nadie, en todo el universo, conocía lo que iban a hacer Epi y Noon y, un segundo después solo lo saben ellos dos.
Pasados cinco minutos, vuelven a recibir otra imagen y comenzarán un nuevo experimento. Es decir, con intervalos de unos pocos minutos, están sincronizando experimentos situados a más de 9000 millones de kilómetros, sin que nadie con anterioridad conociera su secuencia de ejecución exacta. Ellos son los primeros en saber qué experimento van a realizar y de forma instantánea en ambas naves.
Saludos.
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