domingo, 2 de diciembre de 2012

INVIERNO



“Cuando llegamos a Madrid, como ninguno de nosotros conocía España, nos hubiera gustado quedarnos algún tiempo para visitar la corte española y ver todo lo que era digno de ser admirado, pero como finalizaba el verano, nos apresuramos a abandonar Madrid, lo que hicimos a mediados de octubre. Pero al llegar a la frontera de Navarra nos alarmaron las noticias que recibimos en varias ciudades respecto a que había caído tanta nieve del lado francés de las montañas, que varios viajeros se habían visto obligados a retroceder hasta Pamplona, a pesar de haber intentado, en un esfuerzo extremo, traspasar los montes.




Cuando llegamos a Pamplona nos dijeron lo mismo, y para mí, que estaba acostumbrado a los climas cálidos e incluso a países donde se toleran con pena los vestidos, el frío me era en verdad insufrible. Aquel clima no era tan penoso como sorprendente, pues diez días antes habíamos atravesado Castilla la Vieja, donde no sólo hacía una temperatura cálida, sino un calor tórrido, e inmediatamente nos llegó un viento de los Pirineos tan crudo, frío e intolerable, que los dedos de las manos y los pies se me quedaron ateridos de frío.




El pobre “Viernes” se asustó de veras cuando vio aquellas montañas enteramente cubiertas de nieve, y sintió la crudeza del frío como nunca la había sufrido en su vida."






Daniel Defoe:  “Robinson Crusoe”

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