viernes, 24 de febrero de 2012

Ordenador



Era el ordenador más potente que jamás se había construido. Presentaba sistemas de cómputo en paralelo con unas capacidades de cálculo inimaginables.


Comenzaron a introducirle datos, en tiempo real, en el año 2020 y, desde entonces, sus discos de memoria, sus circuitos integrados y los modelos matemáticos que utilizaba se fueron incrementando y perfeccionando de forma exponencial.

Desde cada una de las estaciones meteorológicas y boyas oceánicas del mundo, le llegaban  datos informándole del estado atmosférico y de los mares de todo el globo. Recibía informaciones continuas de una pléyade de satélites artificiales que medían y registraban al segundo los desplazamientos de borrascas y huracanes. De esta manera, las previsiones meteorológicas que elaboraba presentaban una fiabilidad cercana al cien por cien.





Del mismo modo, se le enviaban todos los informes de las estaciones sismológicas repartidas por los cinco continentes y las proporcionadas por los sensores situados sobre la corteza oceánica.


Analizaba cada uno de los valores en bolsa, de metales y piedras preciosas, así como las fluctuaciones en el precio de combustibles y materias primas. Recibía los balances económicos de los países del mundo, pronosticando lo que iba a ocurrir con meses o años de antelación y aconsejaba a los organismos internacionales para que tomaran las medidas pertinentes. Así se evitaban desabastecimientos de cualquier producto necesario o conflictos sociales.

 


Los departamentos sanitarios estatales le enviaban informes sobre la incidencia de cualquier tipo de enfermedad, principalmente de aquellas con carácter contagioso. Así se impedía la aparición de epidemias o que determinado hábito de consumo provocara la aparición de dolencias crónicas.


Con este ordenador se había conseguido que el terremoto de grado nueve, que afectó a la ciudad de Los Ángeles en el año 2050, no causara más que unos mínimos daños materiales. La computadora había vaticinado el año, mes y día en que iba a ocurrir y las autoridades tomaron las medidas oportunas guiados, en todo momento, por las indicaciones dadas por la máquina.

También acertó cuando predijo la llegada del invierno más frío que se recuerda, ocurrido en el año 2062. El desalojo y evacuación de millones de personas, residentes en zonas de riesgo,  se saldó con un mínimo número de víctimas, causadas sobre todo por accidentes de tráfico ocurridos durante su traslado.

 
 


La mayoría de las decisiones e indicaciones dadas por el superordenador, tomadas después de evaluar y contrastar infinidad de datos, no podían ser confirmadas o ratificadas por ningún científico o comité de expertos, ya que los cálculos de la máquina requerirían de años para su comprobación.


A veces, sus recomendaciones, parecían contrarias al sentido común y carentes de cualquier tipo de lógica. Pero la comunidad científica, los gobernantes y las autoridades económicas las seguían al pie de la letra.

Como aquella vez, en el año 2048, cuando ordenó talar una franja inmensa de la selva amazónica. Nadie entendía el significado de dicha medida hasta que apareció el horrible incendio, ese mismo año, que sólo pudo ser sofocado gracias a la deforestación realizada previamente.

Ningún gobernante cuestionaba sus decisiones y el mundo entero se prestaba a ejecutarlas con la mayor prontitud. Hasta ayer.

Ayer el ordenador informó que era necesario empezar a sacrificar a grupos de humanos. Decía que el futuro del planeta se podría complicar en muchos aspectos si no se eliminaba, en un acto rodeado de cierta solemnidad, a cien humanos jóvenes.



Benno von Archimboldi: “Cálculo y poder.”

domingo, 12 de febrero de 2012

A praia do Con



"Atopábase no peirao adxacente á praia dos Cons, xusto na punta, onde o faro vermello e branco repintado centos de veces se ergue sobre unha pequena explanada deserta do rompente de pedra e algas creado para frear o condenado vento do suroeste, lugar de bicos de noivos en coches embafados nas noites de inverno. O día era brillante e puro, límpido ata a dor, un día de verán. A súa idade fantástica era duns quince anos e levaba como única indumentaria un pantalón azul mariño curto, preparado para o baño. Atopábase de pé, sentindo o seu corpo cheo dunha forza e vigor potentes, sendo consciente do seu perfecto estado físico. Permanecía inmóbil mirando o mar e notando que o tempo non transcorría coma sempre, de forma pesada e monótona, non, ese día o tempo fluía, coa mesma facilidade e mestría coa que as gaivotas que, planeando, domaban a brisa calorosa adornando o ceo intensamente índigo." (...)


"Non tiña medo, nin da altura á que se encontraba nin do outrora fero mar, limitábase a observar o admirable espectáculo que se lle presentaba: a paisaxe verde e frondosa dos montes de suaves curvas, a transparencia das augas das praias douradas, o faro brillando de blanco no medio do azul, os bloques de bateas aliñadas no medio da ría, as sombras que as nubes algodoadas proxectaban sobre os conxuntos de casas da vila. Todo era perfección e placidez."




Juan Parcero : “Sangue no ollo”