jueves, 20 de octubre de 2011

Animales racionales







“Por lo demás, puede un artista de la política, no menos bien que un artista de la estética, regir y dirigir el mundo por medio de una ficción con que acierta a suplantar la realidad, por ejemplo la de la libertad del pueblo (como en el Parlamento inglés) o la del rango y la igualdad (como en la Convención francesa), que consisten en meras fórmulas (mundus vult decipi); pero es mejor tener aunque sólo sea la apariencia de la posesión de este bien ennoblecedor de la Humanidad, que sentirse palpablemente despojado de él”.





Hacerse incapaz así mismo, por degradante que pueda ser, es, sin embargo, muy cómodo, y, naturalmente, no pueden faltar jefes que sepan utilizar esta docilidad del gran montón (porque éste de suyo se une difícilmente) y presentar como muy grande, incluso como mortal, el peligro de servirse del propio entendimiento sin la dirección del otro. Los Jefes de estado llámanse padres del pueblo, porque saben mejor que sus súbditos como puede hacerse a éstos felices; el pueblo, por el contrario, está condenado a una constante incapacidad en aras de su mayor bien”.







“El clero tiene al laico rigurosa y constantemente en estado de incapacidad. El pueblo no tiene ni voz ni voto acerca del camino que ha de seguir para alcanzar el reino de los cielos. No necesita de sus propios ojos humanos para llegar a éste; se le guiará, y aunque se ponen en sus manos unas Sagradas Escrituras, para ver con sus propios ojos, es exhortado al mismo tiempo por sus guías “a no encontrar en ellas nada más que lo que éstos aseguran encontrar en ellas”, y por doquiera es el manejo mecánico de los hombres, bajo el gobierno de otros, el medio más seguro de conseguir un orden legal.”













Immanuel Kant: "Antropología"

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